VIii.- CARLISMO Y NACIONALISMO VASCO

Tanto complació a los miembros de Euskeldun Batzokija el contenido de Vizcay´tik Bizkai´ra que al día siguiente de su estreno, el 3 de febrero de 1895, convidaron a su autor, Resurrección María de Azkue, a un banquete de homenaje.

La obra, que reflejaba opiniones y puntos de vista comunes a la mayoría de los bizkaínos, fue también del agrado de otros sectores y partidos políticos de Bizkaia.

Concretamente el periódico El Basco, órgano de prensa del carlismo bizkaíno, también elogió la obra de Azkue, desatándose una polémica sobre a qué opción política podían adscribirse mejor las ideas del autor lekeitiarra, al carlismo o al nacionalismo vasco.

En el siguiente artículo, titulado "Ir por lana y volver trasquilado" (1) y publicado el 24 de marzo de 1895 en el número 23 de Bizkaitarra, Sabino de Arana entró de lleno en la cuestión haciendo públicos los intentos fallidos de los carlistas por ofrecer un banquete a Azkue junto con los nacionalistas vascos, integristas y fueristas.

Se evidencia en el mismo cómo los partidos católicos ya establecidos en Bizkaia antes de la irrupción de Sabino de Arana en la política vieron bien pronto el peligro que su nueva ideología les suponía. Y cómo la dialéctica que entre el nuevo partido y los otros se estableció se basaría, generalmente, por parte de los últimos, en destacar lo que de común tenían con el nacionalismo vasco, y por parte de éste en distinguirse como una opción política radicalmente nueva.

Las características comunes entre el emergente nacionalismo vasco y el resto de fuerzas políticas católicas de Bizkaia eran muchas, sobre todo en cuanto a la aplicación práctica de sus bases ideológicas, que eran lo que realmente les distinguían.

Lo que explica la rápida expansión del nacionalismo vasco entre quienes hasta entonces se habían considerado carlistas, integristas o fueristas, entre ellos, los primeros, los hermanos Arana. Y lo que cuestiona la excesiva originalidad y radicalidad que a Sabino de Arana se le ha atribuido, por sus enemigos y también, muy frecuentemente, por los mismos nacionalistas vascos, al denigrar o ensalzar, en suma mitificar, su figura.

Como anteriormente se ha comentado, Sabino de Arana fue un hombre, como todos, consecuencia de su contexto histórico. Y si, como individuo, su contribución al desarrollo de la conciencia nacional del pueblo vasco fue incuestionable, tampoco se puede considerar que predicó en el desierto entre personas que eran completamente ajenas a su pensamiento. Su doctrina política, tan sólida y cuidadosamente construida, encontró el necesario y conveniente eco entre muchos de sus contemporáneos, que, tras reflexionar, se daban cuenta de que en lo fundamental coincidían con él.

Incluso los aspectos más polémicos de su discurso, encontraron, como se puede ver en el siguiente texto, total identificación por parte de quienes eran, en realidad, sus adversarios políticos.

"IR POR LANA Y VOLVER TRASQUILADO

SUPUESTOS

1.º La única política bizkaina, la política nacionalista, el patriotismo defendido por BIZKAITARRA, cunde por dondequiera. Prospera en las villas, se desarrolla con lozanía en las anteiglesias, se extiende en los valles, traspone los montes y va llegando a las caserías más apartadas.

2.º El 2 de Febrero se estrenó la zarzuela del Sr. Azkue intitulada Vizcay’tik Bizkai’ra, obra netamente bizkaina. Su resonancia fue grande. El espíritu bizkaino se agitó en el seno de los partidos españolistas.

3.º El 3, Euskeldun Batzokija obsequió con un banquete en el Amparo al Sr. Azkue y a los actores de la zarzuela bizkaina.

4.º El Basco, órgano del partido carlista en Bizkaya, aprovechando los días que BIZKAITARRA había de tardar para salir, procuró hacer ver en diferentes números que el fondo de Vizcay’tik Bizkai’ra era carlista, que esta zarzuela se identificaba con las ideas carlistas.

5.º El 17, apareció BIZKAITARRA demostrando que la obra del Sr. Azkue era esencialmente nacionalista, y que por lo mismo estaba reñida con toda clase de españolismo, dentro del cual se comprende la política carlista.

6.º El 18, el Gobernador español en Bizkaya multó al Euskeldun Batzokija por haber celebrado el citado banquete.

7.º Hecho público el acto del Gobernador, la indignación fue general entre la gente sana, y muchos particulares extraños al Euskeldun pensaron en publicar una protesta, la cual fracasó y se desvaneció por una maketófila intriga que procedió de un socio de la Euskalerría e hizo desistir a los iniciadores, entre los que no se contaban ni Echevarría ni Oleaga ni Gondra.

8.º El 24, salió el número de BIZKAITARRA que contestaba a cuanto la prensa local había dicho con motivo de aquella zarzuela. La política carlista en Bizkaya quedaba en él mal parada, pues caía por tierra su fundamento y base, esto es, el supuesto pacto de Bizkaya con la Corona española. BIZKAITARRA dijo que el periódico y los caciques carlistas estaban engañando al pueblo bizkaino.

9.º La parte sana del carlismo en Bizkaya, el pueblo que está afiliado a ese partido españolista, va poco a poco comprendiendo su error y conociendo a su Patria. Muchos brazos de acción abandonan la bandera extranjerista y pasan a cobijarse bajo la únicamente bizkaina. Muchos más carlistas están con un pie dentro del carlismo, con otro fuera: y con la vista fija en el lema Jaungoikua eta Lagizara. Un pequeño empujón de dentro, o un tirón de afuera... y el que hoy está con el alma en el nacionalismo bizkaino y con el cuerpo en el carlismo, se entregará en cuerpo y alma al servicio de la Patria.

10. Al número de BIZKAITARRA del 24 contestó El Basco primeramente con un artículo en que, asiéndose de un pelo, sacaba a colación nada menos que una cuestión teológica y nos llamaba herejes, y después con muchos artículos en los que llamaba amigo a BIZKAITARRA se hacía de nacionalista bizkaino y aseguraba que en la política carlista Bizkaya no era España, ni ésta tiene que ver nada con aquella.

11. El 20 de Marzo el elemento carlista fue derrotado en el Ayuntamiento por el liberal en la votación habida con motivo de la petición de apoyo que hizo El Sitio, para celebrar este año un certamen en memoria del 2 de Mayo.

12. Las ideas defendidas en BIZKAITARRA obtienen muchas simpatías entre la población euskeriana de Bilbao y son defendidas con calor aun por muchos que no pertenecen al Euskeldun.

13. En Mayo próximo se han de verificar las elecciones de concejales.

DIPLOMACIA CARLISTA

El viernes 15 de los corrientes, a eso de las ocho de la noche, llamó a la puerta de Euskeldun Batzokija, preguntando por su Presidente, el caracterizado carlista D. Mariano de Echevarría, oficial en la última guerra, y hoy uno de los colaboradores de punta de El Basco, y médico de profesión.

El que esto escribe, presidente del Euskeldun y Director de BIZKAITARRA, que estaba presente en el Batzoki, salió enseguida a la puerta, y después de saludarse con aquél, se entabló entre ambos en el mismo descansillo de la escalera, el siguiente diálogo:

Echevarría.– Vengo con una comisión, que por lo patriótica que es y obsequiosa para ustedes, espero será aceptada en el momento.

Arana.– Veamos qué es ello.

E.– Se trata de celebrar el domingo un banquete en obsequio del Sr. Azkue autor de la preciosa zarzuela Vizcay’tik Bizkai’ra, para protestar contra la multa que el Gobernador impuso a esta sociedad por llevar a efecto un acto análogo. El Sr. Azkue ha aceptado ya la invitación. Pero el banquete se ha de realizar con representaciones de los cuatro partidos católicos que hay en Bilbao. Hemos contado ya con integristas y euskalerriacos y vengo a invitar a ustedes. Como, le he dicho el objeto es obsequiar nuevamente al Sr. Azkue, para protestar de este modo contra la multa del Gobernador.

A.– Entonces ¿el banquete piensan ustedes tenerle en... ?

E.– En el Amparo.

A.– Eso es: en el mismo sitio en que se celebró el de la multa. Y ¿le avisarían ustedes previamente al Gobernador, a fin de guardar la retirada?

E.– Precisamente.

A.– Muy bien. Y ¿tendría que pasar de veinte el número de comensales?

E.– Justo.

A.– Perfectamente. Y ¿tanto mejor, si el Gobernador enviaba su delega al banquete?

E.– Es claro: le haríamos oír cosas muy poco gratas a oídos de maketos.

A.– Buena idea, ja, ja: No rabiaría poco. Haga usted el favor de pasar.

(Y entramos en el batzoki.)

A.– Tome usted asiento.

E.– Gracias.

(Nos sentamos. Varios socios entonan en aquel momento, acompañados al piano, el clásico cantar bizkaino de las hilanderas.)

A.– Quedo enterado. Pero, como usted comprenderá Echevarría, no puedo contestarle aún. Soy uno de tantos socios en este, asunto...

E.– Ya ve usted que es bien patriótico. Es preciso contestar con una manifestación de este género a las injurias que el Sr. Azkue en su persona o en su obra ha recibido del elemento liberal y maketo. Para ello debemos tomar parte en la manifestación los cuatro partidos católicos: el de ustedes, el euskalerriaco, el integrista y el carlista. Es preciso hacer ver al Gobernador los maketos todos la fuerza con que contamos y cómo nos unimos todos los vascongados contra el maketo. Este odio a los maketos nos identifica a todos. Tanto como ustedes los odiamos nosotros.

A.– ¡Hum! No es bastante ni mucho menos.

E.– El acto es bien patriótico. Esta sociedad podrá enviar una representación compuesta de siete u ocho de sus miembros y...

A.– Está bien; sólo puedo contestarle a usted lo siguiente: respecto a la sociedad, nada puedo decirle. Estas cosas transcendentales, las resuelve aquí la Junta General, pero el Reglamento establece que, en los casos urgentes, las decida la Junta Directiva por votación secreta como acostumbramos siempre. Debiendo ser pasado mañana el banquete, no hay tiempo para convocar a Junta General: lo resolverá, pues, la Junta Directiva; para mañana mismo la convocaré. Esto, por lo que a la sociedad se refiere. Por lo que toca a mi opinión particular en el asunto, tampoco puedo dársela, porque cosa seria es ésta que no debe contestarse en el momento.

E.– Yo le ruego a usted, Arana, influya para que esta sociedad acepte la invitación y envíe sus representantes a un acto tan patriótico.

A.– Le repito que mañana mismo convocaré a la Junta Directiva, y ella resolverá y le comunicaré a usted lo que determine.

E.– Entonces ¿podré pasar por aquí mañana a las... ?

A.– No, no debe usted molestarse en venir. Yo le remitiré la respuesta por escrito. ¿Para qué hora la necesita usted?

E.– Pues nosotros iremos al Amparo a la noche.

A.– Está bien. Para el anochecer, espero poner en sus manos la resolución de la Junta. (Nos levantamos.)

E.– Muy bien, muchas gracias.

A.– Y a usted también por habernos traído el aviso. (Al llegar a la puerta:) Echevarría: es usted bizkaino, y acaba de pisar una sociedad a la que podrá usted pertenecer cuando deje de ser españolista.

E.– Ya sabe usted, Arana, que en lo sustancial estamos conformes.

A.– Nada de eso: es un error. Adiós. En particular, puede mandar a su servidor.

De la puerta volví a una sala en que estaban dos miembros de la Junta Directiva y les referí la entrevista. Supe entonces que el Sr. Azkue había ya efectivamente aceptado la invitación, cosa que nos pareció muy natural, porque el autor de Vizcay’tik Bizkai’ra puede como tal y en particular aceptar en obsequio, venga de donde viniere, un banquete con el que quiera demostrársele simpatía por el contenido de su obra, que es precisamente patriótico, sin ápice de españolismo.

Recomendé a los Junteros la mayor reserva hasta la sesión, a fin de que no llegara antes de tiempo a oídos de los carlistas nuestra actitud.

DIPLOMACIA BIZKAINA

A las dos y media de la tarde del día siguiente, 16, se reunió en sesión extraordinaria la Junta Directiva, asistiendo nueve de sus individuos. De los otros cuatro, tres estaban ausentes de Bilbao.

Abierta la sesión, di cuenta del objeto de la misma, relatando detalladamente mi entrevista con el Sr. Echevarría, y dando mi parecer acerca del motivo que pudieran tener los carlistas para hacernos aquella proposición, y del fin que pudieran perseguir. El motivo me pareció el de las conquistas que realiza nuestra bandera: fuera de nuestro partido tiene la política nacionalista muchas simpatías; del carlismo van desertando sujetos de gran valer para pasarse a nuestro campo, y muchos hay en su seno que van insensiblemente adhiriéndose a nuestras doctrinas, y a medida de esto enfriándose en carlismo. El fin inmediato supuse sería el de hacer ver que en el fondo son idénticas la política carlista y la nacionalista, y que sólo se diferencian en los procedimientos, para evitar inminentes decisiones. También hablé del fin remoto; pero éste lo adivinará el lector.

Inmediatamente, concedí la palabra a los demás Junteros. Todos hablaron, y todos, sin excepción, para rechazar la invitación carlista. Citaré algunas de las frases que recuerdo:

– Reunirnos en un banquete político con partidos españolistas, sería nuestra muerte. Para este viaje...

– ¿Para qué es el partido nacionalista, sino para luchar con el españolismo? Luchar políticamente contra los mismos con quienes nos unimos en un banquete político, no puede ser.

– Antes la muerte que confundirnos con los españolistas.

– No es posible acepte esta sociedad la proposición que se nos hace. Pero suponiéndolo posible, ahora mismo dejaría de ser socio como fuese aceptada.

– Son enemigos de nuestra Patria. Nada de alianzas con ellos, si hemos de ser patriotas.

– ¿Cómo hemos de celebrar banquete, en tiempo de paz, a una misma mesa, con quienes, si son consecuentes con sus ideas, estarán en tiempo de guerra enfrente de nosotros?

– ¡Creerán los carlistas que somos como ellos, que por un plato de lentejas son capaces de vender su misma doctrina política, como hicieron Ampuero y Zubiaga!

– Sepan hoy los españolistas que nuestro partido sólo quiere o vencer solo o morir honrosamente. Y sepan a qué atenerse en lo sucesivo y no nos vengan más con peticiones de unión o alianza.

– La mejor diplomacia es la línea recta, porque es la que mejor se entiende la que gana más corazones y la de adeptos más firmes.

– Sólo cuando perdamos la razón y seamos locos como nos llaman, podrán esperar nuestro apoyo los españolistas. Mientras estemos cuerdos, nada pretendan de nosotros.

Visto el unánime parecer de los Junteros, les dije:

– Ahora voy a hablar a ustedes como Calificador. Ya alguno de los Junteros ha indicado que en el Reglamento debe de estar previsto este caso. Concretamente no puede estarlo; pero yo, como Calificador, declaro a la Junta que lo encuentro en el siguiente articulo: "La Sociedad podrá coaligarse con elementos extraños, sean colectivos o individuales, únicamente para llevar a cabo: manifestaciones de simpatía por alguno de los puntos de doctrina que se contienen en el Lema bizcaino explanado en el Capítulo II, y cuando no se siga menoscabo de ninguno de ellos, ni redunde el acto en prestigio de algún partido anticatólico o españolista a expensas de las doctrinas que profesa la misma Sociedad. En caso contrario, no sólo no podrá hacerlo, sino que prohíbe, bajo pena de expulsión, lo hagan los socios individualmente." Este artículo es, como saben ustedes, uno de los irrevocables. Ahora bien: el acto de estar representada esta sociedad en el banquete proyectado ¿redunda en prestigio de algún partido españolista a expensas de las doctrinas nacionalistas? Sí: porque uniéndonos en ese banquete con los carlistas (prescindamos de los otros) haríamos ver que hay algo patriótico (todo lo que se contiene en la zarzuela) que los une con nosotros; que en el fondo somos los mismos; que las diferencias son accidentales y de forma. Esto le convendría al partido carlista, y sería nuestra ruina. Luego el asunto de que tratamos está ya previsto en el Reglamento. Este, pues, nos impone la obligación de rechazar el ofrecimiento de los carlistas. Y después de esta sesión, al divulgar entre los socios como conviene, lo que en ella se ha tratado y resuelto adviértanles ustedes también que les está prohibido, bajo la pena de expulsión, el asistir a ese banquete. Si les he dejado a ustedes hablar, como Presidente, antes de interpretar el Reglamento, ha sido por ver lo que espontáneamente sienten ustedes acerca del asunto. Ahora veo que ustedes y el Reglamento sienten y juzgan de la misma manera, y puedo asegurarles que he gozado realmente al oírles emitir con tanto entusiasmo su patriótico parecer, si bien es cierto que no esperaba otra cosa. Mas para ver más claramente, por vía de prueba, cuál es la espontánea opinión de la Junta, prescindamos por un instante del Reglamento, y emitamos libremente nuestros votos en secreto.

En la urna de la votación no aparecieron más que bolas negras (las nueve; pues el Presidente no tiene más votos que los demás), y quedó por consiguiente rechazada por unanimidad (por si no bastaba el Reglamento) la proposición hecha al Euskeldun por el Sr. Echevarría.

A las ocho de la noche se le remitía a éste la contestación, que fue la siguiente:

"Sr. D. Mariano de Echevarría.

E. P. M.

Bilbao, 16 Marzo 1895.

Muy Sr. mío: Reunida en Sesión extraordinaria, como anoche se lo prometí a V., la Junta Directiva de Euskeldun Batzokija, ha quedado enterada de la proposición que V., comisionado por la Sociedad Tradicionalista y en inteligencia y conformidad con el Círculo Católico Vascongado y el llamado Euskalerría, presenta a nuestro partido, de unirse con los tres españolistas que esas Sociedades representan, para celebrar, en obsequio del Sr. Azkue, un banquete que constituya una verdadera protesta contra la multa impuesta hace poco por el Gobernador español a nuestro Batzoki.

Deliberado convenientemente el asunto, y puesto luego a votación secreta, ha sido rechazada por unanimidad la invitación presentada por V., acordándose contestar en la siguiente forma:

1.º Los partidos carlista, integrista y euskalerriaco son españolistas, y, por lo tanto, enemigos de Bizkaya. El partido nacionalista bizkaino no debe aliarse o coaligarse, ni se aliará ni coaligará jamás con los que son enemigos de Bizkaya los cuales son, por lo mismo, enemigos declarados suyos. Este partido nacionalista sólo ha nacido y vive para la Patria, que es Bizkaya libre en Euskeria libre: y en el punto y hora en que se aliara con los partidos españolistas, dejaría de ser bizkaino patriota.

2.º Ese favor y obsequio que los tres partidos españolistas citados quieren hacer al nacionalista bizkaino, lo rechaza éste, sin agradecérselo en lo más mínimo, porque de manos enemigas de Bizkaya no quiere nuestro partido recibir obsequios cuya aceptación en vez de honrarle sólo podría redundar en grave mengua de su honor.

Es cuanto, en cumplimiento del cargo que me está conferido en el Euskeldun, debo comunicar a V.

B. S. M.

El Presidente, SABINO DE ARANA Y GOIRI"

(Sello de Euskeldun Batzokija. Bilbao)

FUGA QUE NO SALVA

– No tiene más escapatoria que negar viniera en representación de la sociedad carlista -se decía en la nuestra al mandar la carta- y lo hará seguramente.

En efecto, de once a once y media de la noche recibí en casa la siguiente carta. Es copia exacta del original.

"Sr. D. Sabino de Arana y Goiri.

Bilbao.

Mi estimado amigo: En este momento llego a casa y leo su carta que me asombra sobremanera el giro que quiere V. dar a la invitación puramente amistosa que hice a V. ayer para que unidos unos cuantos amigos defensores de Jaungoikua eta Foruak y que militamos en diferentes partidos, obsequiáramos con una comida al virtuoso sacerdote D. Resurrección Mª de Azkue.

Yo no fui a hablar a V. en representación de ningún partido político ni de ninguna sociedad de recreo, yo no llevaba más representación que la mía propia, y lo mismo que a V. hablé a algunos amigos de la Euskalerría y de los integristas y puedo asegurarle que ninguno ha interpretado en el sentido de V.

Le ruego a V. rectifique esa interpretación que ha dado a nuestra entrevista de ayer; pues vuelvo a repetirle que mi proposición fue simplemente la de un amigo que deseaba ver reunidos en una mesa a diferentes amigos de diversas opiniones para aplaudir juntos y alabar como se merece la preciosa zarzuela bascongada Vizcaytic-Bizkaira por lo mismo que tanto interés pone el liberalismo para desprestigiarla.

Dispénseme V. que a esta hora le moleste en gracia a mi deseo de que aparezca la verdad tal cual es.

Se reitera de V. affmo. amigo

y B. S. M.

MARIANO DE ECHEVARRIA

Bilbao, a 16 de Marzo de 1895."

Echevarría quería negar con esta carta lo que, no una, sino muchas veces, manifestó en su entrevista: porque a nosotros nada nos importa que no dijera venía en representación de la Sociedad Tradicionalista; lo que hace al caso es lo siguiente:

1.º Dijo Echevarría que el objeto del banquete era el obsequiar al Sr. Azkue, para protestar contra la arbitrariedad que el Gobernador llevó a cabo contra nosotros.

2.º Dijo que los cuatro partidos citados (el carlista, el integrista el euskalerriaco y el nacionalista), o lo que es lo mismo, que las sociedades que respectivamente tienen en Bilbao, enviarían su representación al banquete, y que va estaban ellos (los carlistas) convenidos con los euskalerriacos y los integristas, y que sólo faltaba nuestra conformidad. Luego el banquete hubiese sido de carácter oficial, y no particular.

3.º Dijo que el banquete sería una manifestación anti-liberal y anti-maketa a la vez: luego era una manifestación política, y una comida de amigos.

El primero de estos puntos, se lo calla Echevarría, en su carta, porque no le conviene aparezca que vino a ofrecernos un favor a los nacionalistas, pues fue rechazado sin miramientos e hizo una plancha tan colosal.

El segundo y el tercero, los niega en la carta; pero el segundo queda confirmado con las palabras "lo mismo que a V. hablé algunos amigos de la Euskal-erría y de los integristas", y el tercero con éstas: "para aplaudir juntos y alabar como se merece la preciosa zarzuela... por lo mismo que tanto interés pone el liberalismo para desprestigiarla". Quiso negar Echevarría lo que había dicho y lo que hizo es ratificarse.

De lo que Echevarría escribió en esa carta y dijo en su primera entrevista, y en la que luego referiré, y de todo lo ocurrido, se infiere palpablemente que vino al Euskeldun comisionado por la plana mayor de la Sociedad Tradicionalista; así como también parece deducirse que es falso que el Círculo integrista y la sociedad Euskalerría pensaban enviar sus representantes al banquete, sin embargo de que así me lo aseguró el embajador carlista.

Pero antes de comentar el suceso, voy a trasladar la segunda entrevista. No insertaré ni más ni menos de la que se dijo; y habrá frases enteras materialmente exactas.

LA EMBAJADA

Serían las cuatro y media de la tarde del domingo, 17 (día señalado para el banquete), cuando del Euskeldun bajaron unos cuantos socios para dar un paseo. Salía el último el que esto escribe.

En la puerta me encontré con el Sr. Echevarría. Fracasó el banquete -dije para mis adentros. Mis amigos se alejaron, y yo me quedé a aguantar al importuno diplomático. A unos pasos de nosotros estaban D. Simón de Oleaga, jefe de los carlistas en el Municipio bilbaino, y D. Guillermo de Gondra, Presidente de la Sociedad Tradicionalista, los cuales no entraron en escena desde el principio.

En la misma puerta entablamos el siguiente diálogo:

Arana.– Hola, Echevarría.

Echevarría.– Buenas tardes, Arana. ¿Recibió V. mi carta anoche?

A.– Sí.

E.– Me extraña mucho haya dado V. un giro que no tenía el asunto, y creo habrá rectificado ya su errónea interpretación.

A.– Dígame usted. ¿No me dijo anteanoche que el banquete había de darse por representaciones de los cuatro partidos?

E.– Eso sí, pero...

A.– Pues eso me basta.

E.– Pero yo no...

A.– Y ¿no me dijo V. que el fin principal del banquete era el de protestar contra la multa del Gobernador?

E.– Eso también, pero ...

A.– Pues con eso y lo otro tengo de sobra.

E.– Pero yo no dije que venía en representación del partido carlista.

A.– Ni lo dijo usted, ni hacía falta que lo dijera. Tampoco en nuestra carta consta semejante cosa; ni yo haré más que consignar sus mismas palabras de usted, los mismos hechos..., de éstos y de aquéllas deducirá el lector lo que le parezca.

E.– Pero ¿va usted a publicarlo?

A.– Absolutamente todo: la entrevista que tuvimos anteayer, la contestación de la Junta Directiva, su carta de usted; todo, con todos los pelos y señales.

E.– Pero mi nombre no aparecerá.

A.– También su nombre y apellido, y los míos.

E.– Pero no dirá usted que yo dije era comisionado por el partido carlista.

A.– Yo no diré más ni menos que lo que ha ocurrido y hemos hablado todo, sin dejar nada, y con la más escrupulosa exactitud.

E.– Pues debe usted saber que yo no vine comisionado por ningún partido ni sociedad; que la idea fue mía propia y particular, y que como tal se la expuse a varios amigos míos que militan en los cuatro diferentes partidos...

A.– Pero, vamos a ver. Y ¿quién le ha dicho a usted que es amigo mío? ¿De cuándo acá nosotros amigos? ¿Cree usted que la amistad se labra y establece con tanta facilidad como la establecen los periódicos que a cualquiera llaman amigo? ¡Ca, hombre, ca!

E.– Pues yo en esa forma vine...

A.– Pues no debía haber venido.

E.– En esa forma vine, y no como representante del partido carlista.

A.– Le he dicho a usted que todo aparecerá según resulte de sus palabras y su carta, de las mías y de los hechos todos. Y debo advertirle que esa carta de usted estaba prevista por nosotros aun antes de la sesión de la Junta Directiva. Pero, mal que les pese a ustedes, esa carta viene a confirmar la exactitud de la interpretación que nosotros dimos a sus palabras, y que usted dice ser errónea.

E.– Pero no dije que venía en representación de ningún partido.

A.– Nada importa. Con lo que se dijo y se ha hecho basta. El lector sabrá interpretarlo. Y hemos concluido... Adiós, porque se me van los amigos de paseo.

E.– Espere usted aún. No quiero que aparezca mi nombre en el periódico. Esto cuando menos.

A.– Pues aparecerá. Comprendo que queda usted en muy mal lugar para con el partido carlista. Pero usted sabrá lo que ha hecho. Eso no es cosa que me importe a mí.

E.– Y yo le aseguro a usted que el banquete se ha de realizar.

A.– Y ¿a nosotros qué?

E.– Que asistirán a él individuos de esta sociedad de ustedes.

A.– Difícilmente, porque el Reglamento se lo prohíbe bajo pena de expulsión.

E.– Pues asistirán.

A.– Y serán expulsados al día siguiente, y en paz.

E.– Pues asistirán, porque son amigos míos y me tienen dada su palabra.

A.– Poco nos conocen ustedes. Para nosotros, antes que cualquiera amistad está la Patria. De manera que ¿no han celebrado ustedes el banquete?

E.– No.

A.– Y ¿cómo le dejan ustedes así al Sr. Azkue? ¡Qué feo le han hecho!

E.– Ya le hemos avisado la suspensión del banquete. (En aquel momento llegamos a la acera del Arenal, y se nos acerca Oleaga.)

Oleaga.– Buenas tardes.

E.– Mire usted, Arana: Aquí tiene uno de los que venían al banquete; él le podrá a usted decir en qué forma invité yo...

O.– A mí vino aquí Echevarría hablándome del banquete como idea suya particular, e invitándome como a amigo.

E.– Ni más ni menos, y aquí Arana se empeña en interpretarlo de otro modo y en dar publicidad a lo ocurrido.

A.– Efectivamente: publicaré en BIZKAITARRA todo cuanto se ha dicho y hecho, sin ocultar nombre alguno; y mi interpretación será la que dará el lector.

E.– Pero ¿por qué publicarlo?

A.– Eso yo me lo sé.

O.– (A Echevarría.) Dejarle que escriba. Ya se le contestará.

A.– Pues es claro.

E.– Pero oiga usted, Arana. Lo único que nosotros pensamos fue el reunirnos unos cuantos individuos de los cuatro partidos católicos para obsequiar con un banquete al Sr. Azkue y protestar de este modo contra la multa del Gobernador: en una palabra, para hacer una manifestación antiliberal y antimaketa.

A.– Ya: y los comensales serían católicos para lo primero y euskerianos para lo segundo. ¡Sí, todo eso lo entiendo perfectamente! Pero nosotros no podemos ir a ninguna parte del brazo de los españolistas.

E.– De todas maneras, ya sabe usted, Arana, que en lo sustancial coincidimos, somos los mismos.

A.– ¡Gravísimo error!

E.– ¿No quieren ustedes Dios y Fueros? Pues también en nuestro lema...

A.– ¡No, hombre, no! Ese Dios y Fueros es lo mismo que Dios y Patria, y el lema Dios y Patria cabe igualmente entre bizkainos, como entre españoles, entre franceses o entre americanos. Ha dicho usted un disparate, y se lo voy a demostrar. Ni en lo sustancial ni en pizca de lo accidental se identifican nuestras políticas. La política, es el gobierno o régimen del pueblo; para que haya política, es preciso contar primero con un pueblo. Luego éste, el pueblo, es lo más sustancial de la política. La política carlista tiene un pueblo, otro distinto la nuestra; ustedes son españolistas, nosotros bizkainos nacionalistas; no hay, pues, afinidad ni paridad alguna entre nuestras políticas; nos separa una frontera.

O.– Eso, en la opinión de usted.

A.– (A Oleaga.) Está bien. (A Echevarría.) ¿A esto me ha llamado usted? ¿A discutir? Pues yo no he venido a discutir, porque sería inútil.

O.– Tampoco hemos venido a sentar dogmas.

A.– (A Echevarría.) Adiós.

(Me separo de ellos. Pero Echevarría me llama de nuevo, y cogiéndome amigablemente del brazo vuelve a la carga. Hasta entonces a mi derecha iba Oleaga, y a mi izquierda Echevarría; pero de allí, Oleaga pasa a la izquierda de Echevarría, y a la suya se coloca Gondra, que llega en aquel momento. Tal vez por estar tan lejos, no habló conmigo el último en toda la tarde. Con Oleaga habla de vez en cuando. Este nuevo refuerzo le llegó a Echevarría al entrar en el tercer salón del Arenal.)

E.– Vamos a ver. Es necesario que se convenza usted de que yo no invité a ustedes comisionado por el partido carlista.

A.– ¡Dale bola! No lo afirmó usted, mas tampoco lo negó. Pero ¿y qué significa todo lo demás? Y ¿qué es lo que entendió usted cuando le dije que el asunto era muy transcendental, que lo tenía que resolver la Junta General, pero que, como no había tiempo, lo decidiría la Junta Directiva, y que ni aun mi particular parecer podía exponerle, porque la cosa era muy seria para ser contestada en el momento?

O.– Pues a mí me parece que no revestía tanta importancia: porque el reunirse en un banquete elementos de opiniones distintas es lo más natural del mundo, tanto como esto de venir ahora de paseo.

(Entre Gondra y Oleaga se cruzan algunas palabras desarrollando esta argumentación con la conformidad más completa: lo cual revela que ambos señores han estado muy metiditos en el asunto.)

A.– Pues... no lo crea usted. Y lo que tampoco es muy natural y correcto es lo que han hecho con Azkue... ese desaire!...

E.– Pero, Arana. ¿No ve usted que eso de publicar mi nombre no es necesario ni oportuno? ¡Si puede usted relatar perfectamente lo acaecido sin citarme!...

A.– Pero ¿qué quiere usted? Mi BIZKAITARRA es claro y al relatar un hecho histórico o un suceso que merezca la pena, no tengo más remedio (y es mi costumbre) que sacar a relucir los nombres de los sujetos que en el suceso hayan intervenido.

E.– Ustedes han creído tal vez que íbamos a utilizar este banquete como arma de partido, en provecho del carlista. Pero nuestro objeto...

A.– No se de dónde saca usted eso. En la carta que anoche le dirigí a usted se los trata por igual a los tres partidos españolistas católicos. A ninguno se le diferencia en nada de los otros.

(Media un breve silencio. Enfrente del Ayuntamiento distingo a mis amigos que me están esperando para subir a Begoña.)

A.– Lo que le han hecho ustedes a Azkue ¡sí que es vergonzoso! (les dije por tercera vez ).

O.– De eso usted no debe hablar, porque no aceptó la invitación.

A.– Pero sí diré que es por demás extraño que porque nosotros no hayamos aceptado la invitación, haya fracasado el banquete. ¿Eramos nosotros más que la cuarta parte de los comensales? ¿No eran bastantes los tres partidos que quedaban, para que fuese lucido el banquete? ¿Tal vez el partido nacionalista él solo, daba más importancia al banquete, que los otros tres sumados? ¿Es éste el partido que se compone de cuatro locos?

(Gondra se sonrió.)

E.– Nunca hubiese creído que habían ustedes de rechazar una proposición tan razonable. Y ¿no me dijo usted, Arana, que la idea le parecía buena?

A.– Felicísima, efectivamente, me pareció la idea de que fuese el Amparo el lugar elegido para el banquete, de que se le avisase al Gobernador con veinticuatro horas de anticipación, de que el número de los comensales pasase de veinte y de que el Gobernador enviase allá su delegado. Todo esto me pareció muy oportuno acordasen ustedes, dado que el fin del banquete era el protestar contra la multa impuesta por el Gobernador a nuestro batzoki, por haber celebrado un acto idéntico en el mismo sitio, etc. Pero parecerme buena la idea de celebrar el banquete y digno éste de ser aceptado por nosotros,.. (Sonriendo.) No lo diga usted, porque no lo creerá nadie.

E.– Pues yo así lo pensé.

A.– Es claro. Ustedes me tienen por intratable y cuando vio que le recibía a usted sonriendo, le pasaba al Batzoki, le hacía tomar asiento y le convidaba a mojar el gaznate, se dijo usted para su gabán: ¡ya ha caído, ya es nuestro! ¡Ja, ja, ja, ja!

E.– Pero al menos, Arana, por amistad, no me cite usted en el periódico.

A.– Le repito a usted que no hay que yo sepa ninguna amistad entre nosotros. Sé, por otra parte, que colabora usted en El Basco, cómo o en qué forma colabora usted, y...

E.– ¿Se ha sentido usted acaso alguna vez herido por mis escritos?

A.– ¿Yo herido por usted? No es fácil herirme a mí. Pero que las ganas de herirme no le han faltado, eso es muy posible, probable y aun seguro.

E.– (Hablando consigo mismo.) Pero ¡señor!... rechazar una proposición tan aceptable... obstinarse tanto...

(Llegábamos entonces cerca del puente de San Agustín.)

A.– Creo, señores, que se han enterado ya de nuestra actitud y de lo que pienso hacer. Buenas tardes.

(Oleaga y Gondra siguen adelante sin volverse para saludar; Echevarría se vuelve y me alarga la mano.)

E.– Pero, Arana...

A.– Lo dicho, y nada más. En particular, puede usted, Echevarría, disponer de este servidor. Pero ya saben ustedes: en política, nada de alianzas, fusiones, ni confusiones. Adiós.

NOTAS

El partido carlista, tenido por fuerte y altivo y disciplinado e intransigente y puro ¡llamando hoy, humillada la frente, a la puerta del nacionalista, para hacerle un obsequio, a trueque de parecer bizkaino!

Verdad es que mediante esto hubiese hecho algún negocio político en época más o menos cercana... y habría conseguido desprestigiar al partido nacionalista, llamado loco por los labios, pero temido por los corazones españolistas, porque es lo único que convence en Bizkaya a toda mente sana, lo único que satisface a todo pecho noble.

Y cierto es que aquél ya en otras muchas ocasiones ha dado pruebas más de vileza que de dignidad. Y si no, ahí está el distrito de Durango, en el cual, capitaneado por D. José María Ampuero, estuvo a punto de elevar sobre el escudo a don Víctor I, Viseñor de Vizcaya; y más al norte el de Gernika, donde D. Román de Zubiaga le puso al servicio del liberalismo, a cambio de unas pesetas; y por todos lados, distritos y ayuntamientos que han sido teatros de infames contubernios realizados entre ese partido y sus mismos enemigos. No le bastaba al carlismo bizkaino ser una aberración, y ha llegado a caer en la más despreciable indignidad!

De esta suerte ha tenido hoy el cinismo de ofrecerse obsequioso y pedir el brazo al partido que le considera traidor a la Patria, para tenderle así, cual fementido español, las redes de la deslealtad e infundir en su espíritu el pútrido soplo del suyo corrompido... pero el partido nacionalista es bizkaino... y el fiasco del carlista ha sido grandemente bochornoso.

Según nuestras noticias, no son solamente los señores Echevarría, Oleaga y Gondra los promotores del frustrado banquete y sus consecuencias, sino también el español o maketo D. José Liñan, Director de El Basco, y algún otro euskeriano cuyo nombre no citamos por lo respetable que es para nosotros el carácter de que está investido.

Dedúcese que el carlista del pueblo, sobre estar engañado desde el momento que le hacen creer que la política carlista es bizkaina, está también vendido por sus mismos jefes, que le ponen al servicio de causas extrañas a la de D. Carlos.

Siempre diremos que la política carlista es la que más daño hace a Bizkaya, y por consiguiente su mayor enemiga, pues que es entre los españolistas la que tiene extraviado a mayor número de gentes honradas y animadas de sanas aspiraciones.

* * *

En caja ya el número, hemos sabido que el señor Echevarría se había acercado a un distinguido miembro de la Euskalerría, invitándole al banquete; pero que el euskalerriaco le contestó:

– Para ir en representación de la Euskalerría, carezco de atribuciones. Pero asistiré como particular.

– Podría usted comunicar el asunto a otros consocios (le dijo Echevarría).

– Es tarde para eso, pues que el banquete será pasado mañana (observó el euskalerriaco).

De los integristas, nada sabemos."


(1) Arana, S.: Op. cit., pp. 524-535. (N. del e.) ÙVolver